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Se llamaba Nahuel
como el tigre que vino
a cuidar cada paso
que daban los antiguos.
Anduvo suelto a veces,
suelto y desguarnecido,
después se arrimó a un sueño,
pequeñito racimo.
También algo de escuela
y escuelas del oficio
de pensar un trabajo
y bracear el olvido.
En la nada hay maestros,
en el temblor, amigos.
Él descubrió en el hierro
la fragua de sí mismo.
Andaba simplemente
callado en su camino,
(pero el que calla guarda
retazos de infinito).
Maquinarias de muerte
horadaron el frío,
el bosque se asfixiaba
de pájaros heridos.
Cómo ganar la vida
cuando impera el abismo.
Está quieto en un sueño,
pero no está dormido.
Por Rafael Nahuel,
de 22 años, asesinado por la Prefectura
en Villa Mascardi, Río Negro.
2017, triste noviembre argentino*.
* Poema escrito por María Cristina Ramos, escritora, docente y editora de origen mendocino y radicada en Neuquén desde 1978.