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Estuvimos en la calle en 2007, cuando la violencia del estado se llevó a Carlos Fuentealba durante la represión de una protesta docente en la ruta 22, a la altura de Arroyito. Cuando la marcha ya se estaba dispersando, la policía disparó, a menos de dos metros de distancia, una granada de gas lacrimógeno que impactó en Carlos. Después de una década sólo hay un condenado, mientras que los responsables políticos e intelectuales fueron sobreseídos de la causa. Recordamos un momento en la historia de ese maestro que se convirtió en un símbolo de la defensa de la educación pública.